Primero fue la oscuridad
después nos llegó la luz
y desnudos nos encontró,
abismados nos miramos
absortos nos escondimos;
luego nos enamoramos.
Con la luz desenfocada
jamás lo avizoramos,
los dos habíamos pecado;
ahogados en la nada
sin darnos cuenta quedamos
sin corazón y sin alma.
Donde el pan es añoranza
con sudor lo ganaremos,
o si no, nos moriremos,
¡ay! nuestros cuerpos temblaron
y nuestras manos se enfriaron,
más aún aquí quedamos.
Hugo Blair M.
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