Tenemos que decirnos adiós definitivamente,
Es un peligro estar cerca y no se puede ocultar,
Que nos morimos de ganas de poder gritar,
Ese placer que se escurre de los poros locamente.
Las palabras son asesinas y furtivas,
Capaces de quitarnos la ropa y la piel,
Me hace negar mi promesa de ser fiel;
Debo aceptar que tu boca es adictiva.
Está bien, digámonos adiós de manera épica,
Acepto la invitación de obsequiarte otra herida,
Quítate la ropa y regálame un día de tu vida,
El pudor y la fidelidad son histeria tétrica.
No tardes tanto porque me arrepiento, lo confieso,
Dame el placer de dormir en tu cuerpo,
Tu sexo, quizás, pueda detener el tiempo;
Digámonos adiós para siempre con un beso.