¡ Dios mío, tú hubieras sido fea!
(tal vez mi sufrir así perdiera)
con una tez discurrida de cadenas
con pómulos de agreste eczema,
labios partidos, marchitos y resecos
ojos perdidos, hundidos sin centella.
Fea que destruya mis celos de manera
qué no se adueñen de mi mente y que cineran
todo mi ser con latente delirio
de un ritmo desenfrenado de martirio.
¡Oh, Dios mío! ¿Cómo verla así pudiera?
No sé si es linda, no sé si es fea,
solo sé que siempre mis ojos
la ven bella, bella, bella.
Y el furor de tu belleza me azota
con latigazos de pelusa que lacera
hasta el fondo este corazón que en bandolera
lleva tu rostro y tu linda cabellera.
Solo hermosa, solo hermosa
solo bella, solo bella.