Petronito

Los payasos se durmieron

Como las hojas se montan su vestidito amarillo para que el otoño abuse de ellas,

Bese la sien de cada naricita roja para no esfumarme en el olvido inminente del viento de los suspiros,

Pero los payasos se durmieron…

Bese los ojos, los labios, las imágenes, las mejillas, las canciones (el dulce tararara) y cada parte del reflejo de los deseos y angustias,

Hasta que la lluvia inundo cada telón y espacio, cada color, como un volcán resguarda dentro de su tristeza ardiente cada montañita, cada semilla, cada camino de ida y cada huella de regreso.

Y sin importar la efímera sonrisa, el sí y el no del matiz de los días,

La corriente revoltosa del rio de mi mente abrazo cada partícula del encuentro natural de nuestros vacíos.

Y como ya debía saberlo la estrella fugaz antes de estrellarse con las nubes,

La ausencia del rayo de mi boca es por causa del abismo diseñado por la soledad de los tiempos

Y naufragando de calle en calle, de esquina a esquina,

Seguí el camino que trazaba el humo, que de los labios al cielo se dirigía,

Caía la tarde, apenas oscurecía,

Y los payasos ya se dormían,

La noche se pintaba llena de melancolía, noche fría, delgada, absurda, sola, solitaria y brillante,

Embriagada de vino porque ella no vino,

Llena de recuerdos y abrazos ficticios,

Y sin embargo los colores reían,

Y el azul, amarillo, rojo  se arrastraban por el piso y mordían los tobillos,

No diga nada,

No diga nada, repetían las sensaciones,

Porque estaba triste pero más feliz que los demás.

Hperafan.