¿Alguna vez te has equivocado
por decisiones que has tomado tiempo atrás?
¿Alguna vez te he escuchado
y luego de arrepentirme te he tenido que perdonar?
No puedes quejarte y declarar
que a tí te he dejado atrás,
pues inevitable es el andar por mi sendero
sin que tú te aparezcas en cada sombra que proyecto al caminar.
No puedes venir hasta acá
y fingir que juntos siempre debemos estar,
cuando en varias ocasiones por ti me he dejado dominar.
He puesto mi atención en tus requerimientos,
he puesto mi vida en tus momentos,
y cada vez que por fin pienso
que tú y yo podemos tener un mismo pensamiento,
secuestras mi razonamiento,
me nieblas los sentimientos
y te aprovechas de mis más profundos deseos,
para luego abandonarme
en mis decisiones fuera de lógica
y hundido en un profundo abatimiento.
Quisiera tomar el control
y decirle a la mente que no te descuide
ni por un sólo momento.
Pero cuando menos me lo espero,
ahí estás, a mi lado
recorriendo por todos mis sufrimientos.
Arrancarte no es una opción,
pero desearía que lo fuera,
olvidarte es mi razón
pero tú y yo sabemos que no es lo que yo quisiera,
porque al final de cuentas
tú y yo somos lo mismo,
y lo que realmente yo deseo
nace de mí viviendo por tí y radicando en tu abismo,
intentando ignorar el hecho
que de todo aquello que odio de tu ser
es lo que yo he desarrollado a través del tiempo,
sin excusas ni pretextos,
aliméntandote de mi más oscuro pasado,
y confundiéndome por aquello
de todo lo que siento.
Y ahora,
¿qué sentimiento quieres
que adopte en mis propios pensamientos?
¿qué motivación tenemos
para que podamos soñar juntos
e ilusionarnos por un rato
hasta que se acabe nuestro amistoso momento?
Sólo te pido por una ocasión más,
no me lastimes tanto
tal y como tienes por costumbre
cada vez que te vuelvo a escuchar.
No me hieras con un llanto
en cada sentimiento apasionado que de tí nace
y yo no tenga más remedio que aguantar.