Supiste guardar mis secretos
por eso en mi recuerdo te llevo,
eras el bello proyecto
donde yo ahorraba mis sueños.
Eran tiempos de pequeñeces
cuando jugaba con la ternura
de moneditas y billetes
que entraban por tu ranura.
Abrigaste mis sueños de grandeza
y de incontables alegrías
¿cómo olvidar esa fechas
cuando eras mi alcancía?
Eras el cerdito que sonriente
regalabas la sonrisa de tu hocico,
pero el martillo impertinente
un día te hizo añicos.
Tú me diste la esperanza
cuando eras mi alcancía,
y en pago a tu amistad franca
te regalo esta humilde poesía.
Adiós guardadora de sueños,
ahorradora de tiempos idos,
donde grandes y pequeños
teníamos tesoros escondidos.