Que ya estoy harta de todo; de los móviles, las redes, la arrogancia y las personas. Qué partiendo de esa base que todos sabemos de \"La tecnología nos aporta beneficios\" Nos creemos los putos reyes del mundo...
Pero sabes que?
Solo somos unos malditos títeres manipulados por el gran circo, con forma de gobierno, qué son esos de ahí arriba.
Y estoy harta.
Harta de tener que asumir que esto no puede cambiar.
Harta de ver como borregos incompetentes no llegan ni a arrascarse la barriga por todas las prendas, lujos y vete a saber que más que mediante tiranía, ciegamente adquieren sin mover un dedo.
Mientras en segundo plano se encuentran los mismos de siempre, trabajadores que repletos de sueños inalcanzables, vidas vacías y ojos llenos de injusticias luchan de sol a sol para tan solo obtener pan duro y miedo a no encajar nunca del todo en su maldito tablero de ajedrez.
Porque somos eso, peones. Peones que solo pueden moverse disimuladamente y con recelo, pues cualquier movimiento fuera de lugar que divisen los reyes, hará que inevitablemente se vallan fuera de la partida, pues ellos tienen el único poder de moldear todo a su antojo.
Pero lo más triste de todo es que tú como ciudadano aprendes a acatar y seguirles el rollo. Te dejas influenciar por esos peces que siguen la corriente y con ello, inconscientemente te conviertes en uno más. Pero ahora viene lo mejor... Porque cuando menos te lo esperas, tienes el último smartphone que ha salido a la venta, una tele de ochenta y cuatro pulgadas esperándote en la sala y como no, una casa preciosa. Y todas y cada una de esas pertenencias totalmente banales las has conseguido con tu tiempo de vida. Irónico verdad? Has odiado durante toda tu vida algo que a día de hoy eres... Pero luego no vale mirarte al espejo y sentirte como una mierda, porque para llegar a ese punto has tenido que aplastarle el alma a todo aquel que halla sudado por tu ostentación, esa que en verdad, solo te sirve para exhibir ante el gentío.
Porque eres eso, un alma vacía víctima de los bienes materiales, que ellos, los reyes, nos han enseñado como vitales.
Anna
Otto Griebel - L’Internationale