El olor del sol
penetraba en la
ropa y cuando
vestían llevaban
su tibieza y calor.
Su madre le gustaba
que sus hijos se vieran
relucientes con un
blanco níveo.
Eran su orgullo
a ellos se dedicaba
con alma y destreza
cada día.
Cuando iban
tomados de la mano
parecían un sol
resplandeciente,
su amor y su energía
se potenciaban y
la gente los veía
con respeto y admiración.
Ella les había enseñado
desde muy pequeños
a ser amables y se
dirigían a todos
por igual ese creo
que era su mayor
valor.