Prendió el regazo
como invisible alarde
como alquimia que frecuenta
tus perennes labios
antes que la flor escape
de una escritura que se sumerge
en coloquial desmayo
escindida miel de altura
Nos tenemos el uno al otro
en este tenebroso cuidado
de nuestra oscuridad venida a menos
cuando discurre mi caligrafía en tu mirada
sobre la médula del alba
frenética fruta del paraíso
solitaria culpa que parece ensuciar la ropa con su cansancio
palabra de converso en la habitación vecina
a la que te asomas desnuda
alondra que enzarza al trasnochador
radiante alfiler de pulpa paradisíaca
vestigios que revisten de centella el agua marina