Descansan allí los grandes
hacedores de la historia
en el pétreo monasterio.
Todos los féretros iguales
los Carlos, los Felípes, los
Fernándos, los Alfónsos,
se distinguen por los nombres
y sus ordinales, no lejos
de allí, bajo el granito
descansan aquellos otros
sin numerales.Son anónimos
todos menos el dictador
que fundó el faraónico
panteón, y entre estos
monumentos funerales,
el pueblo veraniego
y sonríente, ahí a los
pies del Guadarráma
con sus pedernales
donde rebotában
las balas que no
encontraban carne.
No pueden arrancar de la
memoria tanta muerte
innumerable, allí ya no
vuelven los vencidos
supervivientes.
En las criptas palaciegas
hay olor a muerte perémne,
afuera graznan los grajos
y pastan los toros de la
solana, y es tan cierto y tan
incierto, como no saber, por quien
doblan las campanas.