Creo en las nubes soleadas
y en la inmensidad casual,
por veces inhóspita
de una noche sin estrellas.
Creo en la oscuridad flameante
en llamas y carbones ardientes
y secretas
de tu alma apagada.
Oscuridad anclada sin ancla
en la Soledad
en donde brilla o se apaga continua,
aquella tu estrella
perfecta e inquietante.
Creo en los inciensos, velas y velones,
que son balbuceantes melodías
y plegarias,
súplicas y anhelos
del canto del Ser de cada Hombre.
(que tú también eres).
Creo en los Ojos abiertos a los Mares y Océanos,
que has perdido..
Creo en tu Amor, aunque esté distante
y malherido.
Creo en mi espíritu inquieto y aventurero
que te buscará y reconocerá
reencarnado,
en los soles, nieblas y noches,
del Tiempo y en los
glaciares níveos
del amado Sur,
de donde procedo.
Creo en tu regresar continuo,
(pese a los avatares errantes
y desencuentros)
a mis brazos abiertos
y manos y besos tan dulces,
frágiles y blancas,
que por siempre
te esperan tan suaves,
y a la vez fuertes
y anhelantes…
que buscan, perennes
tu verde estío.