Luisa Liendo

II MONTAÑA RUSA DE ESTACIÓN OTOÑAL

 

 

Amar es un remolino de sentimientos, huracán de personas, amargo girasol e infinito follaje otoñal.

Amar pudiera por cada estación efímera.

 

Soñamos, anhelamos tanto el tocar el cielo, probar las estrellas y robarnos la luna.

Desesperada ilusión, ilusión de los acordes del te amo, ilusión de mis manos derritiéndose en tu piel.

Ojos enamorados y pupilas cohibidas, corazón de gran travesía.

 

Abatidos, con los párpados caídos y ojos inundados.

Con el corazón anestesiado, cuerpo acalambrado y respiración tenue.

¿Por qué llora el cielo?

 

¿Qué diría la lluvia si dijera que al despertar deje de respirarte, de verte?

Tu aroma se me hace tan desconocido,

tu silueta desaparece en la oscuridad de aquella noche taciturna.

 

¿Qué diría el mar si dijera que ya no puedo imaginarte?

No recuerdo esos labios que mi aliento robaron,

no recuerdo esa embriaguez de tus besos.

Te busque en cada trazo, en cada gota de pintura,

en cada libro y en cada sonrisa importuna.

 

Te fuiste, te fuiste mi amor de estación.

Otoño de hojas secas y frágiles, sin vida y sin savia.

Esa brisa de pasión que seco gotas de sudor al hacer el amor, esa brisa te llevo.

Vaya, que viaje fuiste y que ingenua yo.

Tentador el riesgo metí mi pie en el vagón, mi vida el regreso costó.

El costo de ser humano, de anhelos y corazones novatos.

El costo de tal ambición de poseer la luna y tú vago amor.

 

Viaje de montaña rusa, viaje desventurado de dos amantes, de ilegítima hazaña.

Montaña rusa, mísera y deshabitada.

Montaña rusa de estación otoñal.

 

 

Luisa Liendo.