Tus labios son la suave miel
en el panal del deseo,
son la escarcha en mi ventana,
fría y suave como hielo.
Son tus ojos negros, las piedras tacitas de tu cuerpo.
Ruego a tus caderas
y al Dios de la pasión,
que canto tan hermoso no puede acabar.
Inspiradora de versos y ademanes.
Porque contigo soy libre amor mío,
libre de volar,
de escribir y de soñar,
mas libre que la misma libertad,
incluso mas que el propósito infinito del amor en estado puro,
mas libres que mis manos en tu cuerpo.
Con hambre insaciable
de tus caricias.
Mi musa de ébano.