Contemplando de la tarde los cristales,
¡ventanales!
que el otoño va pintando de amarillo,
¡con su brillo!,
por mi anhelo, de apetencia ocasional,
natural,
yo me tomo a chirigota recurrente
¡sabiamente!
desleídos los recuerdos tarde a tarde...;
con su alarde,
la sonrisa que me enerva o paraliza,
me ameniza.
Ventanales con su brillo natural,
sabiamente con su alarde me ameniza,
y la lluvia, que golpea y se desliza,
mi estación de primavera residual…
Y la lluvia,
que a intervalos se detiene, o bien diluvia,
que golpea
-dependiendo de si arrecia o mollinea-,
se desliza
sobredosis que amalgama y sintetiza
mi estación…
Ya borbota de mi pecho una canción:
¡primavera!
que reincide y reincidente persevera
residual:
¡¡me hace niño transitorio…, y otoñal!!
Gonzaleja