Cuando esta precursora de las ciudades fenicias
fue arrasada por el fuego de la corteza terrestre,
las llamas derritieron la piedra
y los escribas huyeron de los hornos
sin sus tablas de arcilla.
Guerra, sorpresivo terremoto;
¿quién lo dice?
Lo cierto es que millares de ugaritas
partieron al exilio y no volvieron más.
Hoy, desprevenidas lagartijas
se arrastran inocentes por las ruinas
de un pueblo que tuvo su esplendor
en las Edades del Bronce.
Cultura que dejó sobre tablillas
a través de los escribas
las más elocuentes sugerencias,
como ésta dedicada a los maridos jóvenes:
No le digas a tu esposa dónde ocultas tu dinero.