Entre los oscuros recovecos de la dormida palabra
O entre la bocanada de aire nocturno que a mi alma escarba
En la esquina rota de cualquier verano soleado y tardío
O entremetida en el sueño perdido que alguna vez fue mío
En el recalcitrante sol de una mañana sobre iluminada
Y en el tiempo que nunca ha sido ni vez, ni tiempo, ni nada
O bien entre la turgencia callada de la inefable vida
Estás para siempre, para todos los tiempos escondida
Escondida siempre, en la última bocanada de aire nocturno
O en el aroma del geranio que me espera mustio y taciturno
Relamida entre los sabores de palabras flores y pensamientos
O adherida a las manillas del reloj que van cantando momentos
Escondida para siempre, en cada movimiento y cada gesto
En el anónimo regusto de un beso dulce, siempre listo y presto
En el grito nunca gritado, que se eleva desde mi boca al cielo
Y también perdida en el ansia loca de mi primer y último anhelo
Escondida para siempre. para que tú misma no te encuentres
Para que en cada frase te pierdas y en todas te reinventes
Para que nunca sepas que eres todas las palabras que escribo
Y todas ellas te nombren sin que sepas cual, como te vivo...
Así nunca sabrás si eres la mujer que con el corazón señalo
Y así te convertirás en cada palabra y cada frase que exhalo
Para que en cada letra que escriba, tu nombre vague siempre
Para que tú, te escuches en cada verso, de enero a diciembre