Oh, Hespéride, tan mía!. Tú, máscara engendrada
de la sangre de Ofiuco, la bohemia serpiente
que habita con su luz rodeando mi mente.
Y por eso hoy te llamo: la Paz, mi bienamada.
Oh, mi gran Babilonia! Tú, la mujer pagana
que habita cual etérea la Torre de Babel.
Dejádme ser poesía que escriba en un papel,
que viene del ayer. Oh, cándida y profana!
Amor mío, elixir nació de tu silueta.
Hazme entonces beber, y seré tu poeta.
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David John Morales Arriola