Hoy escuché tu vida,
eran pálpitos a un son
que como raudos truenos,
retumbaban en mi corazón.
Hoy que nostálgicamente llovía
para mi salía el sol,
y hasta creía escucharte
pedirme una canción...
Hoy un garabato en papel
me daban tu señal,
más no la necesito
pues siento tu respirar.
Hija mía, mi vida,
no corras por llegar
se paciente y duerme...
Que aquí te espera papá.
Yo, pues ya no tengo vida,
ni conquistas ni palabra;
Yo ya no tengo noches,
tampoco tengo ya mirada.
Tú, serás mi mundo;
tú, serás mi garganta;
tu amor la luz más clara
y mis ojos velarán tu jornada.
Hoy, te vi sin verte,
dormías sobre sábanas
que te arropaban cálidamente
entre paredes humanas.
Hija mía, mi vida,
sueño con tu llegada,
incólume tu piel
es hoy mi esperanza,
tu llanto mi melodía
y tu risa mi calma.
Abre la puerta
cuando quieras, tesoro,
que sólo tú tienes las llaves,
¡déjame! que yo te arropo,
mis brazos serán el nido
que acunarán tu reposo.