Hay unos niños jugando
con unas canicas rojas
y una niña, a pocos pasos,
que salta y juega a la comba.
Y cubre el suelo la arena
y la bordean arbustos.
Metálicas y verdes rejas
rodeando un pétreo busto.
Hay parejas de la mano
que pasean sonrientes
susurrándose cercanos
y soñando con sus mentes.
Una vieja perfumada
vendiendo unas frescas rosas
del color de las granadas
que impregnan con sus aromas.
Allí te espero en silencio
sentado sólo en el banco
el lugar donde nos vimos,
donde nos enamoramos.
Han pasado varios años
pero aún sigo viniendo
recordando tus manos
y tus ojos sonriendo.
No sé si tu lo recuerdas
pero yo nunca he olvidado
del color de las almendras
tu piel de tono tostado.
Hoy te veo aparecer
deteniendo así mi tiempo,
un segundo en el querer
que se esparce por el viento.
Han pasado ya mil años
o así a mí me parecen,
pero sigues siendo tú
aunque tu cuerpo decrece.
Y sigo viendo la joven
a mi bella compañera
aquella que hizo que troven
los desaires en palmeras.
Nunca te olvides de mi
pues nuestro amor es eterno
pues yo he nacido pa tí
y tú pa mí eres cielo.