De nuevo es de noche, y prendo una vieja lámpara para escribir los versos mas bonitos,
para dejar caer en palabras, lo hermoso que se vuelve mi vida cuando pienso en ti.
De nuevo te escribo para recalcar que te quiero tanto y de tantas maneras,
para decirte que honro cada cosa, cada pequeña cosa que hay en ti.
Dime quien no se encanta con tu risa melosa,
si a mi que soy un simple mortal, triste y aburrido,
me fascina, me entorpece, me libera de la angustia.
Es tanto que mi vida doy, mi alma vendo,
para que tu alegría me lleve por las imaginaciones coloreadas,
por siempre, a diario, en mi vivir.
Vivo enamorado de tus ojos, en los cuales se refleja mi esperanza.
De tus lunares, de esos puntícos que me hacen imaginar las estrellas en tus cachetes.
Me gusta cuando me hablas, cuando susurras las palabras hermosas que a mis oídos sonroja.
Anhelo tus labios, como un deseo, como una estrella fugaz, como una promesa, como la felicidad.
Amo tu mirada, profunda, tiesa, quieta, que en un segundo me hace recorrer mas allá de lo que viaja la luz.
En tus abrazos, dejo caer de un golpe mi suspiro, porque te tengo entre mis manos como mi tesoro,
como el agua dulce en la palma de un errante castigado.
Idolatro tu nombre, mujer vanidosa, porque cuando lo pienso
en mi mente nace el gozo, se marchita lo oscuro, y sale sol.
Y tu voz...
ay morenita! tu voz...
Tu voz puede encadenar mi voluntad a tu disposición
tu voz es la brisa de la tarde en un desierto florecido
me seduce, como si fuera una flor y yo una abeja.
Me deslumbra, me arranca del insípido instante.
Pero de todo eso, me encantas tú,
el tú como tal, el tú como persona, el tú como mi amiga, como mi amada.
Morenita, eres la estrella rosa que Dios hizo mujer para el bien de mi vida,
eres mi salvación, mi luz y mi decisión.
Gracias, porque mi corazón volvió a nacer,
porque volví a tener deseos de soñar,
porque haces que yo ame la vida,
porque estás aquí a mi lado.
Adoro el bendito momento en que te conocí.