A ti mujer que tiñes mis días
de rojo carmín y de amarillo ardiente,
a ti que te pienso y que no debería de pensar,
a ti que te espero anhelado mientras no llegas,
a ti que doblas mi moral, la arrugas, la destrozas...
A ti, a ti pregunto:
¿Qué culpa tengo yo mujer?
De que te presumes ante mi y me enamoras,
de que te miro y te miro soñado,
de que pasas y callo; y tortura es mi boca,
de que aunque seas un mundo lejano
este asteroide quiere rozar tu cielo,
de que me siento como niño
vivo y alegre cuando sonríes.
¿Qué culpa tengo yo mujer?
Lo sé, tengo toda la culpa.