A UN POETA
Visitaré tu tumba cualquier día
por rendir homenaje a tu legado,
mas no te lloraré, no te he llorado
porque pervives tú en tu poesía.
Estuviste del lado del de abajo,
defendiendo su hambre y su pobreza,
descubriendo, con toda su crudeza,
la realidad sin ambages, sin atajos.
Tu verso penetró en mi corazón,
despertando, espoleando mi conciencia,
alumbrando con tu clarividencia
mi ceguera, mi triste cerrazón.
Tu verso permanece en mi memoria,
impoluto, valiente, apasionado,
directo, riguroso, fecundado
de verdad que marcó tu trayectoria.
Lloraré por aquellos que ignoraron,
de tu verso, su esencia y su mensaje
y lo haré por los falsos homenajes
que, por lisonja, otros te obsequiaron.
Cantaré, con el cantor, tu verso herido,
ahogado de emoción en su garganta,
del sentimiento puro que amamanta,
en la esperanza, a un corazón transido.
Y lloraré tus versos censurados
por la ceguera de cerradas mentes
que tratan de acallar gritos dolientes,
de los parias hundidos y olvidados.
Pero jamás por ti, no estarás muerto,
mientras alguien relea tus poemas,
que ellos son tu bastión y tus emblemas
para guiar a los hombres a buen puerto.