El Arlequín

SIN TI

 

Doliente, vencido y quizá obligado a morir en la hoguera de mis horas, sin tí.

Sin dejar de lamentar, que me arrebataste el resplandor de mis sueños y estar envuelto bajo las sombras de tu sordera, como un cordero desangrándose, por ya no poder más con las amenazantes ráfagas que surgen en desdén desde tus ojos.

Aunque el viento ya despoja mi hambre de llevarte verdaderamente al altar, y de ofrecerte ante él, entre doradas espigas,  y cautivadoras florescencias. Esta, nunca cambiará.

Si, sé, qué fueron tus encantos, cuando a mí por primera vez frente a frente tus labios, con los que sedientos estaban los míos.

Más no sé, por qué sembraste en el campo de mi corazón ilusiones y ahora fragmentado, busco mi felicidad entre otros plenilunios.

Yo sé que muchos contigo, han hecho la misma labor que yo, de intentar amarte, pero ninguno al final de las noches, que te hagan despertar de nuevo, con el sabor del tanto amor, que yo siempre te daré.

La indiferencia con que siempre haces uso, me ha dado infortunios, que errados en mi sangre me llevan enfermo a mis ansiedades.

Solamente yo soy quien se engaña, quien se hace sus propias heridas, quien dilapida su mente invocando en torno a falsas esperanzas.

Víctima de ese fruto que guardas en tu árbol y que aún en mi demanda, corres y me niegas siempre una respuesta.

No te equivoques, escucha, el mal con que las tupidas sombras bajan, para apoderarse de mis ruegos y de mis sueños.

Y escondido en profunda paz ahora, cual condenado esperándote.

Y sin ser glorificado, allí reinaran las flores secas; con el propio polvo del tiempo que consigo devorará… mi propio cuerpo.

 

Francisco Solano Castañeda

2 de noviembre de 2018.