Escribo porque alguien me ha dicho
que la poesía es la única verdad.
Sé, por aquél maestro
que poder decir adiós es crecer
y se puede decir que he crecido,
sin embargo,
cada vez que observo tu mirada
que debate si mirarme o no,
por una fracción de segundo siento una bala
que atraviesa mi pecho a toda velocidad.
Pensarte se ha vuelto una rutina diaria,
una rutina de cada hora, de cada instante.
Los días siguen ahorcándome
y la única manera de escapar de ellos
es que vos estés cerca.
Me rindo con cualquier intento por desviarte
y olvidarte.
Ya estoy totalmente
A merced.