Sombras oscuras, cortejaban una noche sedentaria,
entre tanto que la brisa camina y aparece.
Yo circulaba en dirección contrapuesta a su merced,
quizá si pretendía atraparlos, pero entre más imposible era mejor.
Vaya que caer en amanecer eternal me hubiese complacido,
así los atrapo sin piedad y suscito mis ilusas y precarias intensiones.
Pretendía encarcelar en mis crónicas,
entre idilios y besos vehementes.
O en precarias desilusiones,
que había asfixiado en la soledad del frio invierno.
Cuando me acomodaba a luchar, fue un abandono sin sentido,
debía renunciar, o absolutamente refutar la realidad.
No conseguía hilvanar rimas, en una noche dónde ni la Luna me percibía,
y perseguirlos me arrojaría a la aurora, precipitadamente en tanto que ya nada sería igual.
Podía recrear mis ideales, en clandestinas crónicas,
de versos que en una noche de octubre no logré atrapar.