He observado en los últimos tiempos un hecho muy llamativo
en mi contemplación de las cosas del mundo,
de las noticias de prensa, radio o televisión:
cuando el pasado que hemos vivido y (de alguna manera)
recordamos como propio,
se convierte en mito o noticia legendaria es porque nos estamos haciendo,
(o nos hemos hecho ya) viejos.
Si lo que antaño apenas tenía importancia (o la tenía solo relativamente)
hoy parece icónico y sagrado, casi digno de adoración,
es porque los años han ido haciendo su camino y nuestros hermosos cabellos
de adolescentes imberbes se han tornado relucientes frentes cubiertas de canas:
es la ley inexorable del tiempo, la necesidad de la vida...
El destino del hombre es ser mortal