Arcos

Fieras salvajes


En la vida como en el amor hay animales salvajes
que viven al acecho tratando de herir,
si no el corazón, alguna parte de nuestro cuerpo
que sirva de alimento a su desavenir.

Y nosotros, mansos corderos, nos dejamos agredir
porque encontramos en sus garras
deseos de pasión, deseos de sentir,
sin pensar que cuando aprieten
nuestras almas han de tullir.

Conocemos al enemigo, pero gozamos con su herir
Es como la roca que testarudamente
a la ola quiere combatir,
sin saber que poco a poco, sin inclemencia, la han de partir.

Y al ver nuestro desangro empezamos a sentir
que vivimos como esclavos de nuestro propio sufrir.
Entonces buscamos esa mano que nunca dejó de asir
la esperanza en nosotros, la esperanza en inquirir
que algún día de esas garras nos podamos eximir.

Esa mano siempre espera nuestras heridas curar
y encontramos junto a ellas la vida de verdad.
¿Por qué lo que es bueno llegamos a descubrir
a través de aquello malo que destruye nuestro existir?