Se van cerrando las puertas,
pero se abren la ventanas.
Para que el aire de dentro,
choque con el viento fuera.
Que siendo más poderoso,
el que azota desde fuera.
Más valioso es el que sale,
de dentro de las entrañas.
Fuerza que emerge sin freno,
para limpiar las conciencias.
En el fallo está la ciencia.
Que convierte lo fallido,
en la verdadera fuerza.
Cuando el cuerpo se levanta,
la caía es la palanca,
que da valor a la vida.
Y así el valor se concentra,
para dar a la razón,
carta de naturaleza.
En la zancada fallida,
se resuelve la ecuación.
Cuando el negro se diluye,
arrastrado por la brisa.
Más sincera es la sonrisa,
y más sinceros lo labios,
que las palabras pronuncian.
Como una fiera ventisca,
que frenada por los montes,
se convierte en calma chicha.
Lago de suaves corrientes,
que las mentes tranquilizan.
Mientras la miradas brillan,
con acentos de alegría.
Cuando el corazón se arruga,
presionado por la culpa.
Más se alteran los sentidos,
y el aliento se apresura,
para atrapar al latido,
que en el pecho se desboca.
Y en esa tremenda lucha.
Saber las limitaciones,
frena la airada locura,
que en los principios se gesta.
Reduciendo la tortura,
y aumentando la entereza.
Secretos entre las ruinas,
de las cerradas cabezas.
Sobrevolando certezas,
entre la nieblas espesas,
de las mentes andariegas.
Secretos de finas trazas,
como cortinas de seda.
Que tapan pero no velan,
las atrevidas ideas.
Senderos de matorrales,
que en la vista se atraviesan.
Tormentas en el estanque,
que luego en calma se quedan.
Dando paz a las locuras,
y a la cordura destreza.
A.L.
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