Alberto Escobar

Primera vez

 

Solo queda la vez primera.

 

 

 

 

 

 

Para entrar en materia un poco de prosa y así
que el cálamo entre en calor y se esclarezca
el sentimiento:

 

 


El descubrimiento imprime sobre el recuerdo
una huella de tal hondura que cualquier repetición,
incluso si más bella, no halla espacio para dar cuenta
de sí.
No hay sensación en el mundo que más amemos
que la que nace a nuestro entendimiento, deviene
por completo una experiencia cuasi religiosa en la que
el alma, sin cuerpo que valga, levita de emoción, pone
en pie cada gramo de materia hasta apilar un obelisco
que se precipita puntiagudo sobre la mente recordante
hasta construir una sima insondable, cristalina.
Mis sentidos, anhelantes de alimento, degluten el
inesperado maná que llueve del cielo con tantísimo
fragor, o acaso locura, que lo envuelve al instante de
resistente tela de araña hasta hacerlo piel, carne de
su carne, desdeñando en su hartura todo bocado
posterior, por mucho que lo aventaje en nutrientes,
en satisfacción inmediata. Se muestra incompetente
para suplantar cual palimpsesto el fresco originario.

 


Esta arcilla que acabo de amasar la someto al torno
hasta dar con una vasija poética que espero del gusto
del lector:

 

 

Primera gota de lluvia
que la campiña arrambla.
Primera sombra que espesa
mi cara.

Primera vez...

Primer latido que desmadra
la sangre.
Primer amor que embelesa.
Primer requiebro que restalla.

Primera vez...

Primera herida que llaga
hasta la entraña.
Primera luz que de mañana
burla la guadaña.

Primera vez...

Nada más luce la primera.
Las veces que siguen nada
más zalemas a su señora
aciertan.

Primera vez...