argantonio

Gracias a la ignorancia

Antes de mi primer encuentro con la música culta

no percibía que fuera de la cotidianidád desesperanzadóra

de mis años jóvenes, hubiera lugar para soñar fuera de

la copla, llena de requiebros, piropos, desaires, infidelidades

y amores mal pagados, pero había otra música, otras

sensibilidades, otras voces que habían sido educadas

y mimadas en la comodidad mínima de la pequeña

burguesía, voces que por fortuna descubrí casualmente

como si me hubiera colado en una fiesta sin invitacíón.

Confundí la opera Marina con una comedia frívola, y

gracias a ese desconocimiento mío de la lírica,

aprendí a cantar ese brindis que invita a olvidar las

penas del amor y que entoné tantas veces en la orilla

del río acompañado de algún que otro soñador, mi

bautizo como melómano fue solitario, mi gozo una

experiencia íntima que ocurrió gracias a mi ignorancia

en una tarde dorada de un lejano otoño.