INTRUDUCCIÓN
El poeta permanece en silencio ante el folio blanco,
pensativo y concentrado tratando de encontrar la inspiración,
y dirigiéndose a las musas, expresa sus quejas.
Poeta.-
Por qué ignoráis mi presencia,
¡No os dais cuenta del tormento!
que ante el folio, sin aliento
quedo, y no entiendo tu ausencia...
Musa.-
Acaso mi ausencia excusa
tu falta de inspiración,
siendo una otra la razón
que tu intuición más difusa
Poeta.-
Maldita seas tú, musa
sin piedad se me atormenta
sin apenas daros cuentas
de torpeza se me acusa
Musa.-
El blanco folio que asusta
y siempre será un gran reto
él os causa buen respeto
y no halláis la rima justa.
Poeta.-
No será del papel blanco
la causa de mi tortura
la ausencia de su figura
quien me deja casi manco.
¡Blanco papel! ¡Tú me matas!,
¡Casto color me torturas!,
mostrando mis amarguras
mis sentimientos delatas.
Musa.-
Yo soy la musa traviesa
la que juega y te confunde
en el amor que te hunde
y el corazón te atraviesa.
Poeta.-
¡Venzo mi dolor¡,...¡Y escribo!
¡Mancillo y al folio ultrajo!
versos que serán legajo
de todo lo que percibo...
Musa.-
Eres injusto conmigo
poeta que no merece
el verso que por mí hoy crece
a cambio de tu castigo
Poeta.-
¡Albo matiz!...¡ Que me retas!
cuando las musas ausentes,
diezman pasiones dolientes
que son llantos de poetas.
Musa.-
Al fin al folio venciste
gracias a musas gozosas
lo hiciste en rimas hermosas
con las que al fin convenciste.
Poeta.-
¡Tú…, folio!, que al fin vencido
pierdes toda tu blancura,
el trazo de mi escritura
os contará lo vivido.
Gracias mis amigas musas
un poeta agradecido
vuestro numen ha servido
a las rimas más profusas.
©Roberto Santamaría
12 Agosto2018