Con el olvido usual moneda diaria
que no es mal pago aún, un desatino...
Cuando se pudre el alma en el destino
con triste mansedumbre involuntaria.
A pesar de sentirla innecesaria
perdida la razón en el camino
eso es lo que abandono, me imagino
con este corazón de peregrino
llevando la canción de pasionaria
y llorando tu amor de campesino.
No he de gritar, esbozo de mi risa,
cuando ofreciste amor en breve alba
ni fue un puñal sutil como la malva
apenas di señor, una sonrisa.
Debajo del encino tras la brisa
que no fue solitaria con la espera
así la espuma en sal que me vistiera
al verme en el primer rayo de sol
que me cubre rojizo el mirasol
guardala por sentida que muriera…
Amalia Lateano
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