Dejo el rostro frio
sobre la puerta,
disipado de calma
tras la reja del consuelo.
Caricia invisible
de mirada inexistente,
de aquel ruido de nada.
Cambia la puerta/
la entrada sellada/ sueño/
el espejo de las fieras enardecidas.
La ventana, con un aire
de ventana que solo cierra,
la ventana sin cristales.
No hay ventana.
El rostro yace afuera.