Diego Nicolás García Contreras

Serendi-trote

Tropezaron en la curva ,

Ninguno miraba a nadie,

les gustaba ser el espectador externo, 

que no es percibido, 

y que solo interrumpe el trote

ante imágenes bellas.

Porque correr es una cosa, 

Pero correr con todos los sentidos puestos en la tarea es otra.

Y ambos iban entregados al ejercicio siguiendo el sendero de los rosales 

cada uno en dirección opuesta

exhalan, transpiran

hasta que abruptamente se cruzan en una curva.


Ella no lo miró fijo a la cara

Pero se percibieron

Tal vez más el a ella

Porque 

En ese instante el reflexionaba sobre la magia de la vida

Sobre la consecuencia de las acciones 

Y la posibilidad cuántica 

de atraer lo que somos.



El tiempo se detuvo,
y la imagen de la corredora se estatizó en su mente.

Una postal del cerro y la cordillera reflejando el sol del atardecer

lejos, el ritmo juega con el horizonte 

Y ¡cuántos regalos aparecen!

Nuevas rutas,

Aromas,
atractivas congregaciones

Y ella

De golpe sobre un espectro desconocido,

Reconcentrada en el camino de arena,

sudando, y con el rostro enrojecido.

En ese fugaz segundo en el que sus universos se susurraron

Mientras pensaba que nadie podía interferir en esa ecuanimidad 

aparece la sorpresa entorpecida,

La absoluta y necesaria necedad

De las ideas

refutadas por un instante absurdo;

El flujo, la expansión del propio ser

el amor.

!Que bálsamo nos da la ligereza mental

Y que mágico es encontrar en tu camino,

Cuando no lo esperabas,

Justo lo que estabas buscando;

Una inspiración.