Barnsdall Park era un oasis de divos, enclavado muy
cerquíta de la fábrica de sueños.Los festivales étnicos,
conciertos y obras teatrales en aquel escenario al aire
libre, harmanában aunque fuera momentáneamente
a todas las razas y culturas, actuaba un actor negro
grueso pero muy elástico que interpretaba gracilménte
el papel de la Cenicienta, un piel roja vestido de verde,
hacía el papel de un indio de película, de esos que siempre
hacían de tonto en los western, hablando en el modo infinitivo.
¨Hombre blanco tirar al blanco y hacer blanco a indio que
cabalga a su alrededor¨.Las distintas comunidades de Los Ángeles
vendían especialidades de sus países de origen y los bohemios
que organizaban aquella armoniosa Babel, recogían naranjas
que graciosamente les regalaban en algunas plantaciones
cercanas, había quienes tendían un mantel sobre la hierba
y brindaban con champán en copas de plástico y terminada
la función, recogíamos las sillas y volvíamos a casa conténtos
de haber asistido a un ritual libertario en pleno corazón del
paraíso del consumísmo, casi a los pies de ese gran letrero
que dice HOLLYWOOD, era una isla de libertad
donde durante una semana nos sentíamos ciudadanos del
mundo.