Tú, infame placer
Que a las frágiles almas cautivas
A tu funesto oscurecer.
Con tus pérfidos consuelos
Y tu lóbrego señorío,
Adulteras las vidas que intentan florecer.
Tú, abismo de peones
De mustios llantos y fecundos dolores,
Igual que el infierno dantesco
Y sus abominables horrores,
Marchitas con tus penas
El fulgor de las regias flores.