LA CIUDAD
Recarga la noche su gran brazo oscuro
sobre los tejados.
Se encienden las luces, y por las ventanas
se asoma el pasado.
Se aprietan las manos sobre billeteras
repletas de agravios.
Se gasta la acera de pasos oscuros,
huellas de pecados.
Se llevan los vientos, haciendo aspavientos,
gestos olvidados.
Se escuchan los pianos que por los burdeles
tocan animados.
Se apartan las almas, se acercan los cuerpos
con odio tatuados.
Recuerdan los labios caricias perdidas
que los han marcado.
Se afilan las lenguas de decir amores
que nunca soñaron.
Se cierran los ojos, se cierran las mentes
de cuerpos cansados.
Y en calles oscuras, de pura amargura,
mueren solitarios los abandonados.
Las grandes ciudades no recuerdan nada,
todo es olvidado.
Y lloran las hembras, y lloran los hombres
el llanto pesado
de una pena vieja, de una pena absurda
que nunca ha cesado.
©José Luis Morales Villarán
04/20/1987