Bendita la luz que no se deja amedentrar
por la oscuridad
no se seca en medio del río
que se quedó sin agua.
Bendito el hombre y la mujer
que renace más noble del dolor,
del que construye del polvo de estrellas
nuevos universos,
del que se quita el sombrero,
lo lava y recoge del río
agua para calmar la sed del prójimo.