Buscaba respuestas a las insanias,
a los porqués que se vuelven relámpagos.
Lejano, el aciago grito de la noche
en su refugio de otoño.
El corazón desvaneciéndose
en la escarcha de una lenta luna.
Con la piel hecha naufragio,
en el despintado banco
de un solitario muelle,
me preguntaba...
¿Dónde existiría tu alma,
mientras la mía sucumbía en la noche
como un pájaro inmóvil?