Su corazón le dolió de tanto andar a rastras
Y su garganta áspera dejó de susurrar...
De pie se puso, entonces, y con vigor al viento
Dio pasos en silencio, su corazón limpió.
Su voz antes polvosa, caída y deleznable,
También marchó airosa, al lado del valor.
Mujer, así te he visto y así te quiero ver.
Erguida, siempre andando sin miedo de caer.
Tu corazón ahora camina sin doblarse,
Tu voz le da el alcance. Atrás polvo quedó.