Acabaran los días negros cuando llegue la muerte,
mis tiempos y esperas no quieren acabar,
cada escena, cada sendero, cada paraje,
es un laberinto oscuro e infinito,
tan extenso como el cielo,
tan amargo como la hiel,
tan frío como la nieve.
Sentencias extensas, condenas interminables,
no encuentro el final todo es oscuro,
inmóvil en el principio del dolor,
el horizonte es una muralla,
como paredes centenarias,
como cercos de hierro,
como enrejados grises.
Siento derramar hasta el alma mía por los ojos,
cargada de espinas en naufragio,
se extingue el final del vacío
y crece el principio de todo,
menos de la salida,
del fin del tormento,
de la oscura prisión.