Danny McGee

BÉSAME… (Y DIGÁMONOS ADIÓS).

Bésame… (y digámonos adiós).


Bésame… y deja que se pierda aquella lágrima en tu rostro. Seguramente, amada mía, la noche nos dirá que estamos locos, pero más loca es la noche por estar entre nosotros. Se apague o no el silencio que hoy nos cubre de la noche, bésame… y sumérgeme en el sueño que a mi ciego amor responde.
Hoy te pido que me beses, pero no que no me olvides. Tú no quieres que esté triste y yo no quiero sonreírte, solamente pido un beso que en mi pecho sea latido, que se incruste, quede dentro, para no ver el olvido. No… no digas nada, sólo bésame esta noche hasta ver llegar el alba.
Nos verán como dos sombras en la nueva madrugada, pero yo, sobre tu cuerpo, te veré como quien llora cuando ya no quedan lágrimas. Me darás tu último beso y yo a ti mi último adiós: nos daremos tantas cosas que hasta va a sobrar amor.
Se dirá, por sólo amarte, que tan sólo yo era un hombre. Se dirá que me quisiste, pero más sabrá la noche. La noche, entre los astros, hará que un trago amargo sea solamente un trago: no más que un viejo vino, una copa para dos, algo líquido y sombrío para al fin decirse adiós.
Y cuando ya sea un recuerdo, algo pobre, casi nada, me verás en aquel beso de la noche a la mañana. Pensarás, pasado el tiempo, que el amor, con lo que encierra, se repone de sí mismo: que la vida y sus lamentos forman parte de un hechizo, de una magia que enamora y que luego se hace añicos.
Pensaré, de otra mañana, lo que un beso fue en mi vida, recordando tu mirada y esa lágrima perdida. Te diré, sin que respondas, que mi amor, por desgarrado, sigue simplemente amando, que la noche está latente, que tu beso sigue vivo y que no sabe la muerte ser amiga del olvido.
Sólo bésame… y digámonos adiós, que el amor que nos tuvimos será simplemente amor: algo triste, desvaído, pero siempre será amor. Un amor muy infinito será el que yo te guarde, un amor del más furtivo de los tantos que son grandes. Pero nada… dame un beso: es de noche, se hace tarde… con las horas, con el tiempo, todo amor es comprobable.

A Claudia Jara.