alupego (Ángel L. Pérez)

ASOMA LA CLARIDAD

 

Que lejos queda la aurora.
Cuando lo negro se extiende,
como una pesada losa.
Cuando el cielo se oscurece,
hurtando su claridad.
Nubarrones de maldad,
que profusamente crecen.
Y van poseyendo las mentes,
con su abyecta oscuridad.

El viento azota los rostros,
pero no sabe a quien roza.
Ni sabe a quien vapulea,
si va engordando su ira,
cuando arrasa lo que toca.
Así lo necio se extiende,
como una pesada alfombra.
Con los brotes de inmundicia,
que en su tejido se aloja.

Y en el lecho donde anida,
la luz de una nueva vida.
Va creciendo la cizaña,
para frenar su crecida.
Con las lenguas de la hoguera,
como lanzas clandestinas.
Se van quemando los sueños,
que en el lecho fructifican.
Y entre las negras marañas,
se despereza la vida.

Que lejos queda la aurora.
Si el pensamiento camina,
arrastrando la codicia.
Como se pudren las plantas,
ausentes de agua de vida.
Como se agostan los campos,
cuando la savia se agota.
Cuando de sangre las gotas,
bañan la tierra batida.
Como queda la razón,
entre rastrojos perdida.

Es imposible el valor.
Cuando se van amputando,
los brazos de la verdad.
Pegada a la realidad,
vive la aurora cautiva.
Va buscando una salida,
y extender su claridad.
En su amarga soledad,
a su destino se obliga.
Mientras la razón camina,
con su eterna liviandad.

Que lejos queda la aurora.
Más se va acercando el alba
Asoma tímidamente,
entre los hilos de niebla.
Y en su controlada calma,
se asoma la claridad.
A.L.
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