Esbosè su anatomìa sin tocar
la hermosura de su piel desnuda,
llevaba la inocencia en la duda
al verla desvestida era sin par.
Dos pezones trepidaban sin cesar
en sus senos de mujer halduda,
si pudiera extraer gotitas muda,
verterìa de esencia al paladar.
En mis sueños, esas tetas de panal
se movìan para arrullar mi cuna,
tarareando con el viento invernal.
Inmaculadas a la luz de la Luna,
destilaban su Elixir Maternal
para saciar el hambre en ayuna.
Claudio