Mía
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El otro día,
sentí alegría,
sentí la corriente correr,
¡por la piel, por la piel!,
por el deceso,
en exceso,
que sentí palpitar el alma,
y resucitar contra todo rencor,
que até la vida a la vida,
eres mía, mía mía,
querida alma viajera,
que extraña el enlace distraer,
correr por aquella vertiente,
cuando se ama más el alma,
y exteriorizar la luz,
en cada letra de la palabra del adiós,
mía, eres mía, mía, mía,
cuando corres a ser en silencios,
lo que calla la ansiedad,
de poseerte en la sola soledad,
cuando logras ver el cielo gris,
de la tempestad a cuestas del sol,
pero, aún eres mía, mía, mía,
el alma mía aunque viajes por el mundo…
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