Florecen por octubre primaveras,
el viento rememora los abriles:
sonrisas adornando balconeras,
volantes y cometas infantiles.
Se alegran celosías y vidrieras,
rezuman transparencia los atriles:
el agua al deslizarse en las laderas,
¡arpegios, diapasón y aguamaniles!
Regresa golondrina anticipada,
al nido abandonado anteayer,
reclamo inmemorial de su nidada.
Al verla, -siempreviva-, florecer,
poeta, en lo mejor de su otoñada,
podría nuevamente renacer.
Gonzaleja