Cual Quijote que contra los molinos de viento estrella su alma,
en búsqueda incesante de la que a su vida remolinea,
que le quiera, le consienta y a su corazón le devuelva la calma,
así ando yo por este mundo sin encontrarte, mi Dulcinea.
Sin lanza, sin Rocin, ni escudero,
deambulo solitario por el mundo,
buscando en su mirada consuelo,
porque sin ella soy errabundo.
Si no la encuentro moriré olvidado
en mi ínsula desértica de amor,
desvariando por ser muy amado.
Mientras ella sorda a mi clamor
desecha mi pobre espiritú ajado
dejándome morir en desamor.