(En homenaje a Petri, maestra de preescolar, en el día de su jubilación. Junio de 2009)
Niña entre los niños, sombra acogedora entre infantiles miradas, enroquecida voz infinita con el trabajo bien hecho, con el transcurrir de la vida, con ser la otra madre entre tantos sueños y entre tantas algarabías. Esa eres tú, Petri, piedra edificadora de Primaria; contigo los primeros trazos, contigo las primeras letras, contigo los primeros garabatos, contigo los últimos lloros, contigo las últimas penas. Ahí estás tú, Petri, compañera de tus compañeros, y, por qué no decirlo también, amiga; alma mater en Infantil, de Preescolar, maestra; huella invisible en el Centro que todos hacemos nuestra. Para ti Petri un panadero se convertía en una letra, tras un botón surgía algún ratón, en las manos se saludaban los deditos, para ti, el “aca” era un color… Llega el agridulce sabor de las despedidas; lágrimas afluyen a nuestros ojos, sonrisas invaden nuestras bocas… Ya dejaste a Donosti llorando, ya entraste en Salzillo riendo -¡ay, aquellos tiempos!- Nos dejas grabados tus recuerdos, tus enseñanzas en el aire nos dejas, nos iluminas con tus palabras... con palabras que invadirán las aulas, con palabras que romperán los silencios con palabras que brindarán en nuestros adentros una y mil veces una: “Dios que tanto nos quiere y es suprema bondad, puesto que bebiendo nos tiene…” Esto no es una elegía, tampoco, una despedida no nos digamos “adiós” ni siquiera un “hastaluego” digamos, repitamos un “hastasiempre”. ¡Hasta siempre, Petri querida!
Nota: “aca” = naranja, pronunciado por una niña que recibió con 3 años en su clase, siendo éste su color favorito. Hoy, esa niña tiene 22 años y es mi propia hija.