Joseponce1978

Microcuento (tema semanal)

Una mujer decide llevar a su hijo a la peluquería, pero el niño tiene pánico a los barberos y se resiste por todos los medios.

- Hijo, pero qué manía tienes con los peluqueros. Ni que se tratara de un dentista que te fuese a sacar una muela del juicio con tenazas. Vamos que te he estado revisando el cabello y tienes piojos- . Le dice la madre al niño.

Al pequeño, que se encuentra aterrorizado, en medio de una resistencia feroz, le sube la adrenalina y al patalear, da un golpe en el suelo y provoca un terremoto.

- ¡Ya estoy harta de tus rabietas, Sansón, siempre destrozándolo todo, o vas a pelarte o te castigo un mes sin salir! ¿Me has oído?- Zanja la madre.

 

UN DÍA MÁS, UN CURSO MENOS(24 DE JUNIO DE 2019)

Hoy dais por finiquitado el segundo curso de colegio antes de iniciar las vacaciones de verano y como colofón os despedís con la tradicicional fiesta del agua, a la que acudís pertrechados de pistolas de agua y pulverizadores de mano, con el objetivo de pasarlo bien a la vez que os refrescáis, pues el calor ya aprieta. Hace un rato te he recogido para llevarte y tu alegría era evidente. Llevabas en la mochila el pulverizador que te compré para la ocasión el año pasado. Por aquel entonces tus manos apenas tenían el tamaño y la fuerza necesarias para activar el mecanismo de bombeo, teniendo que apretar el gatillo con las dos manos, pero hoy ya le dabas fuelle de sobra con una. Al verte habitualmente, casi no me doy cuenta de tu progresión, que queda evidenciada por estos pequeños detalles. Las fotografías también me ayudan en este sentido. Tengo en el teléfono un archivo de fotos y videos que te he ido haciendo desde que naciste y cuando me pongo a revisarlos, me doy cuenta de tu evolución en este lustro. Tengo en mente imprimir algunas de ellas en papel y confeccionarte un álbum-libro, donde ir inmortalizando con palabras, debajo de cada imagen, esta maravillosa aventura.  \"Se me ha olvidado llenarlo de agua en la casa, papá\" me has dicho cuando íbamos en el coche. \"No pasa nada, mi vida, ahora lo llenas en el colegio, pero solo por la mitad, pues no se debe desperdiciar el agua, ¿vale?\" Te he contestado con semblante circunspecto, para que supieras que no es una cuestión baladí. \"Ya lo sé, papá, no debemos tirar el agua porque no hay mucha y hace falta para beber y regar las plantas\" me has contestado con la misma seriedad. De siempre he intentado concienciarte respecto al respeto hacia el medio ambiente y mi obsesión en ese sentido quizá sea excesiva, pero a estas alturas ya no voy a dar mi brazo a torcer e intentaré poner mi grano de arena hasta el final. Cuando fui a comprarme el coche hace ya una década, deberías haber visto la cara del comercial del concesionario cuando le dije que quería un coche de gasolina porque contaminaba menos que el diesel. El hombre agachó la cabeza para mirarme por encima de las gafas y así asegurarse de que las lentes no le estaban jugando una mala pasada y no estaba siendo víctima de una broma pesada. Por lo que me sentí obligado a justificarme, alegando que el efecto invernadero ejercía de manera directa una influencia bastante negativa en mi almorrana.

Solemos tardar unos 10 minutos en llegar de casa al colegio yendo a paso tranquilo y algunos días me cuesta encontrar aparcamiento, pues el colegio se encuentra en el casco antiguo de la ciudad y se accede a el por estrechas callejas empedradas. No era el caso hoy y he podido aparcar en la plaza España, sita frente al ayuntamiento, a unos 50 o 100 metros del centro escolar. Yo resido en un extremo de la ciudad y tu madre en el extremo opuesto, y tardo más en llegar desde mi casa hasta el punto donde te recojo, que desde ahí al colegio, situado más o menos a medio camino entre tu residencia y la mía. Muchas veces he pensado dejar el coche al lado de tu casa y llevarte dando un paseo, sobre todo cuando el tiempo invita a ello, como estos días, pero después de dejarte tendría que regresar a por el coche y lo de desandar el camino ya sin ti no me agrada demasiado. Durante el corto tramo, a pesar de pasar contigo solo unos minutos, supone para mí un momento especial. No se porqué será, quizás por la energía renovada tras el descanso, pero recién levantada desprendes un brillo y una vitalidad fulgurantes.

Al llegar a la puerta por la que entráis los niños de párvulos, hemos estado un rato esperando que la abrieran. Algunos pequeños ya estaban esperando y otros iban llegando, visiblemente emocionados ante la llegada de unas vacaciones tan merecidas después del largo curso. Cuando has visto a Gema, compañera y amiga tuya, con la que también tienes una gran confianza, os habeís dado la mano, y hablando de vuestras cosas os habéis adentrado entre los gruesos muros del cole hasta que os he perdido de vista. Antes de marcharme, le he comunicado a una de tus profesoras que llevabas en la mochila una muda de ropa para cambiarte si te mojabas demasiado, y ella me ha contestado que no sería necesario. En efecto, he ido también a recogerte a la salida y tan solo llevabas humedecido el pelo.