Los días pasan sin que yo los sienta
pareciera que la vida injusta se volviera,
me tomo el licor y ni así de mi mente
logro desaparecer, ¡la promesa de tu volver!.
Veo la luna caer y con ella mis ilusiones
quisiera que estas, como el sol al amanecer
se levantaran y se echarán a correr.
El cansancio en mi rostro se nota
mi caminar es más lento, ¡envejezco¡
y por la puerta no te veo volver.
Mi piel empieza a quebrarse, parece
tierra seca después de llover, que con
el más mínimo movimiento polvo es.
La soledad invade el hogar que
¡años nos llevó formar!, las fuertes
paredes empiezan a caer y, con ellas
¡las ilusión de verte otra vez!.
Los años son pesados, ¡todos de mi
Se han olvidado!, extraño ver la noche caer
¡en tus ojos color cafes!.
Lloro como niño que pierde su globo
solito y en la habitación que todas las noches
presencio… el más sincero amor.
Todos los días el gallo canta,
presagiando el inicio del nuevo día
¡un día más sin poderte besar vida mía!.
Siempre recuerdo tu caminar lento
el cómo te costaba ponerte la bata
parecías una niña aprendiendo,
aun cuando no sabías lo que estabas haciendo.
De vez en cuando nuestros frutos visitan el hogar
que de sus locuras fue testigo y,
donde sirvió para los buenos castigos.
Algunas veces visitan tu casa
¡me dicen que descansas!
y sus ojos se tornan llorosos.
Duele saber donde te encuentro
y saber que estamos tan lejos,
Yo tierra, Tú luz… hoy despierto sin poder leer
¡el final feliz de nuestro cuento!.